Mindfulness para principiantes

Últimamente, es fácil encontrar artículos sobre lo que parece una verdad probada para muchos expertos: la obsesión por ser felices, en muchos casos, nos puede llevar a ser infelices. Y es verdad. La búsqueda de la felicidad, entendida ésta como hacer todo aquello que nos gusta, que nos motiva y que nos hace avanzar por el mundo con nuestra mejor sonrisa, muchas veces no es tarea fácil.

Reconozcámoslo, somos humanas. Todas tenemos bajones y subidones, por lo que no es necesario empeñarnos en negar que hay días en los que parece que vivimos en una noria y lo mismo estamos súper motivadas que tenemos la autoestima por los pies. El trabajo, las finanzas, la salud, una relación difícil, que si unos kilitos de más… ¡es que hay veces que la vida no nos lo pone fácil!

Una opción (casi) siempre perfecta puede ser pintarte los labios de rojo, plantarte tu mejor modelito, alegrar tu look con un collar divertido y aguantar el chaparrón con tu mejor cara… Pero, si todo esto no te convence, no te preocupes, porque la vida moderna te ofrece todo un abanico de alternativas para alcanzar, como muchos defienden, lo más cercano a la felicidad absoluta trabajando a fondo tu autoestima. Entre éstas: el mindfulness o conciencia plena, una práctica de moda con numerosos beneficios para la mente (y, por consiguiente, para tu cuerpo).

Para iniciarte en la práctica del mindfulness, te ofrecemos algunos sencillos consejos y ejercicios básicos con los que aprenderás a conocerte mejor, a mejorar tu bienestar (tanto físico como mental) y, en definitiva, a vivir mejor y más tranquila.

¿Te animas?

 

Medita mientras andas

Ya sea de camino al trabajo cada día o mientras disfrutas de un tranquilo paseo, intenta concentrarte plenamente en deleitarte y «analizar» tus sensaciones en ese momento. Céntrate en lo que sientes cuando tus pies pisan el suelo, en tu respiración, en los movimientos de tu cuerpo… simplemente, dedica un tiempo a focalizar tu atención en cada elemento y sensación. Y si tu mente se distrae en algún punto del camino, no pasa absolutamente nada, vuelve a tu momento mindfulness retomando las diferentes sensaciones que te produce el simple y cotidiano hecho de pasear.

 

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Presta atención a tus comidas

El simple y rutinario gesto de comer puede convertirse igualmente en un momento ideal para practicar el mindfulness. Además, es algo que haces todos los días, por lo que aquí no tienes excusa… Presta toda la atención posible a los sabores, a los olores, a las diferentes texturas de los diferentes alimentos y analiza cómo éstos  invaden tu paladar y hacen reaccionar tu cuerpo. Hazlo cuando te apetezca y de vez en cuando a lo largo de tus comidas… ¡tampoco es necesario que te detengas en cada uno de los ingredientes de un almuerzo de dos platos y postre! Lo importante es que aprendas a analizar tus sensaciones y a comer saboreando los alimentos con calma y dedicación plena.

 

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Aprende a concentrarte en tu respiración

A lo largo del día, y estés donde estés, intenta buscar algún huequito para prestarle atención a tu respiración. Practicar esta técnica es muy sencillo: inspira y espira concentrándote en cómo el aire entra en tu cuerpo, cómo se mueven tu pecho y abdomen y cómo éste sale de tu interior. Pero, sobre todo, analiza cómo te sientes al hacerlo.

 

Escucha atentamente lo que sucede a tu alrededor

Aunque estamos rodeados de sonidos, lo habitual es que los percibamos como algo natural de nuestro entorno (sea el que sea) y no les prestemos la más mínima atención. Si de verdad quieres iniciarte en la práctica de la atención plena, un buen (y sencillo) ejercicio es pararte a escuchar cómo suena tu alrededor. Analiza cómo percibes y las sensaciones que te producen los sonidos generados por todo lo que te rodea, las personas, los objetos… y, sobre todo, disfrútalos.

 

Planes en la naturaleza

Incorpora a tus mejores planes de fin de semana alguna escapadita al campo, una jornada en una playa poco transitada (quizás algo difícil en esta época) o una simple tarde de relax en un parque. Céntrate en escuchar los pájaros, en perderte en el sonido del mar, en disfrutar cómo los rayos del sol te pegan sobre la piel, o en cómo sientes el viento o la brisa en tu cara… te puede parecer una tontería, pero dejar tu mente relajada al mismo tiempo que disfrutas de estas sensaciones es un ejercicio ideal para descansar y empezar a beneficiarte de todas las bondades del mindfulness.

 

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Y recuerda. El mindfulness o atención plena no es más que realizar cada actividad de tu vida cotidiana con plena atención y dedicación. Algo para lo que todos, con un poco de práctica, estamos totalmente preparados y capacitados. Solo una recomendación: ten cuidado… ¡engancha!

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